El lujo como poder transformador, por Susana Saulquin.

El concepto de lujo fue variando con el paso del tiempo. Históricamente se entendió como la acumulación y el derroche, pero la modernidad lo define como el escalón más alto de la grada de oferta en cualquier categoría del producto o servicio pero que, principalmente tiene foco en la experiencia y sustentabilidad.

 

Tanto es así que el lujo se ha convertido en un concepto más abstracto durante la última década, intrínsecamente relacionado con una mejor calidad de vida. Y, en el caso de los desarrollos inmobiliairos, esto se traduce en generar proyectos y entornos de trabajo en los que prime la arquitectura sustentable, concentrándose en que el desarrollo logre el mayor nivel de ahorro energético y del agua, generar la mínima emisión de desechos, introducir sistemas alternativos de energía de la mano de la búsqqueda de un mayor confort cuidando la salud de sus ocupantes.

 

Con el comienzo del siglo XXI a partir de la superposición de la sociedad industrial con la sociedad digital basada en nuevas tecnologías, se va a producir un gran cambio en la manera de pensar el lujo que apartándose de la idea de acumulación se acerca a la idea de lujo como poder transformador.

 

Hay una vuelta al sentido ancestral y tradicional del lujo a partir del refinamiento, máxima durabilidad y extrema calidad de los procesos y productos como tendencias. Comienza nuevamente a importar el ser sobre el parecer. Vuelven a aparecer con fuerza conceptos como la exclusividad, vivencias y goce de los sentidos pero ahora en una conexión con los estados de ánimo y la espiritualidad. Todo esto tuvo como resultado que la ideología que había sustentado el accionar de la modernidad con la obsesión de la producción máxima, el desarrollo del industrialismo y la ficción de la felicidad de un consumo generalizado, comenzó a mutar a una ideología cuidadosa de los recursos.

 

Esta nueva mirada está impulsando en la actualidad una matriz de desarrollo basada en la sustentabilidad. Sus principios se imponen en el orden ecológico, porque el hombre ha tomado finalmente conciencia de la necesidad de mantener los ecosistemas y para ello necesita generar un modelo de racionalidad orientado hacia el bien común y una nueva mentalidad solidaria. Esta novedosa racionalidad influye en la manera de pensar el lujo que comienza a representarse, en aquellos productos diseñados bajo el paraguas de conceptos éticos que impulsan comportamientos que tienden al bien de todos y del planeta.

 

El nuevo lujo en todas las categorías y en general en todas las producciones es aquel que contempla los valores éticos en toda su cadena de valor. En el futuro los productos o servicios de más alta calidad serán aquellos que generen mayores beneficios a quienes estén involucrados en su producción y comercio.

 

Los problemas medioambientales que se derivan del empleo de materiales obtenidos, procesados y usados de manera desaprensiva, están bajo la lupa de los principios sustentables. Principios que están comenzando a digitar los procesos de producción, circulación y consumo de los productos teniendo una fuerte incidencia en la manera de pensar los objetos de lujo.