Buenos Aires y sus árboles

Las calles arboladas, las plazas y los enormes parques hacen de Buenos Aires un lugar en el que la naturaleza integra armoniosamente el ecosistema urbano.

 

Fresnos, tipas, ombúes, ceibos, lapachos, plátanos, palos borrachos, jacarandás, crespones, tilos y palmeras conviven con los habitantes y visitantes de la ciudad y sus edificios.
Según el Censo Fitosanitario 2011 hay un total de 424.365 árboles entre los que 372.625 se encuentran en las calles y 51.740 en plazas y parques, sin contar los que hay en grandes espacios verdes como el Parque Tres de Febrero, el Indoamericano, el Jardín Botánico y la Reserva Ecológica, o en escuelas, cementerios o viviendas. Un número cercano al de grandes ciudades como Nueva York o París y que duplica la cantidad que hay en Madrid.

 

Los árboles son claves para la salud ambiental. Son un aporte para equilibrar la humedad del ambiente al retener el agua de lluvia, crear sombra y atenuar el calor, mitigar el viento y el ruido, y purificar el aire. Se estima que en Buenos Aires hay un árbol cada siete habitantes y está prevista la plantación de nuevos ejemplares para poder acercarse a la recomendación de la Organización Mundial de la Salud que es un árbol cada tres personas.

 

 

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El interés por el arbolado de Buenos Aires es tan antiguo como su historia. Sin embargo, el regalo que ofrece la ciudad es, por sobre todo, parte del legado del urbanista y paisajista frances Carlos Thays, que fue director de Paseos y Parques entre 1891 y 1914, y bautizado “jardinero mayor de Buenos Aires”. Bajo la consigna de que los árboles y los jardines debían ser para todos los sectores de la sociedad, y conocedor de su importancia para la salud física y emocional, Thays creó plazas, parques y bulevares para que la gente pudiera disfrutar de los beneficios de una ciudad arbolada. Recorrió el país a caballo para identificar distintas especies autóctonas, y seleccionó y aclimató varias provenientes del Norte y Noroeste argentino. Plantó 150.000 árboles en las calles, con rotación en su floración y modificó por completo el paisaje urbano.

 

En la actualidad, son más de 300 especies las que convierten a Buenos aires en una ciudad arbolada y en flor durante todo el año. El barrio de Palermo es uno de los lugares con mayor densidad de espacios verdes y árboles de la ciudad. El Jardín Botánico y el Parque Tres de Febrero, con kilómetros colmados de vegetación junto al Jardín Japonés, se insertan en un medio con una planificación donde los árboles son protagonistas.

 

Plátanos alineados, colchones amarillos de flores de tipas que recubren las veredas, flores violáceas de los jacarandás a final de la primavera, la flor del ceibo que asoma de una copa frondosa, las atractivas flores del lapacho y del crespón que caen como lluvia y dejan una estampa rosa en las calles, el perfume de los jazmines que se escapa de una casona y trepa por las ramas de un fresno, palmeras imponentes, palos borrachos majestuosos, hojas rojas, naranjas y amarillas crujientes en otoño y los infinitos caminos bajo la sombra de los árboles como guardianes de las calles, son algunas de las características que convierten a Buenos Aires en una ciudad privilegiada.